El denominado bullying es uno de los temas que mayor preocupación causa en nuestra sociedad. Se trata de un problema que se da principalmente entre la comunidad adolescente y que puede desembocar en consecuencias fatales para los menores más desprotegidos.
La palabra bullying proviene del inglés, significa literalmente intimidación, y podemos identificarla con el acoso escolar. Consiste básicamente en el maltrato físico y psicológico reiterado y deliberado que sufre un niño por parte de sus compañeros del entorno escolar.
El bullying puede ser físico (agresiones), verbal (insultos, apodos, menosprecios…), psicológico (ataques a la autoestima) y/o social (exclusión social de la víctima).
El presidente de la asociación No Al Acoso Escolar, Javier Pérez, advierte que “todo sucede muy rápido. Un día un estudiante tiene un enfrentamiento con otro en clase y esa misma tarde se cobra su venganza en Internet con un par de comentarios o imágenes ridiculizantes. Al minuto, un montón de compañeros han tenido acceso a esa información y se unen a la difamación”.
Un informe realizado por Unicef en el 2013 subraya que ser víctima de acoso escolar puede hacer que la vida de un niño se convierta en un infierno y dar lugar, entre otros problemas, a depresión y absentismo escolar.
Según el informe, España es uno de los países desarrollados cuyos alumnos de entre 10 y 15 años, menos reconocen haber sufrido bullying, sin embargo, los datos reflejan que un 50% de esos alumnos aseguran haber participado en una pelea en el último año. El silencio de las víctimas se debe por una parte a un sentimiento de vergüenza, y por otra a que los agresores les aleccionan bien.
Algunos de los síntomas que pueden indicar que un niño sufre de bullying o acoso escolar son los siguientes:
– Absentismo escolar.
– Presencia de hematomas.
– Irritabilidad, llantos, apatía, tristeza y cambios bruscos de humor.
– Falta de sociabilidad.
– Busca excusas para no asistir al colegio.
– El niño quiere ir acompañado a la entrada y a la salida del centro escolar.
– Pérdida o deterioro de sus pertenencias escolares o personales.
– Descenso de su rendimiento escolar.
– No cuenta nada en casa acerca de lo que ha hecho en el colegio.
– Evita ir a excursiones o salir con sus compañeros de clase.
Un alto porcentaje de alumnos de entre 11 y 16 años se ha sentido en algún momento víctima de bullying, aunque solo un pequeño porcentaje de ellos presenta un caso grave. Los jóvenes raramente suelen ser conscientes de que están siendo víctimas de un delito penal, y por eso deben ser los padres del menor y sus profesores los que estén atentos para frenar cualquier tipo de acoso.
El bullying atenta contra el Artículo 173.1 del Código Penal, que castiga a aquel que “infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral”. Los casos más extremos y graves de bullying pueden violar también el Artículo 143.1, que castiga a aquel “que induzca al suicidio de otro”.
En España, si el agresor es menor de 14 años, se considera que sus actos no son constitutivos de delito, con lo cual no son punibles, en cambio si el agresor tiene más de 14 años de edad, se iniciará un proceso dentro del ámbito penal juvenil.
La Policía Nacional recibe del orden de 300 denuncias anuales vinculadas con el bullying, y en la mayoría de esos casos, lo que se denuncia son lesiones y amenazas. En caso de que la víctima presente daños físicos o psicológicos, un perito médico especialista sería el encargado de evaluarle en una prueba pericial médica, demostrar la relación de esos daños con el bullying y ratificar su informe ante el juez correspondiente.